Como otras tantas veces, sentado ante su máquina de escribir; él, un afamado escritor, tomó aquella hoja en blanco y tras un momento de pensar y mirar su biblioteca personal y sus exitosos libros, miró la hoja y empezó a teclear, sin rumbo, sólo ideas..., ideas que poco a poco y con el transcurrir del día iban tomando forma. Paró al anochecer y fue a descansar. Al día siguiente regresaría más animado. Y así fue, aquellas hojas salían de la máquina para comenzar una nueva.
Y resultó
que de aquella hoja en blanco, tecla a tecla, y como una caricia por arte de magia,
la trémula hoja se movió. Parecía cobrar vida y un suave latido se escuchó. Así,
con el tiempo, aquel escritor vio la silueta de su musa, sólo que ella poco a poco, se asomaba tímida y sus cabellos formados por letras caían sobre su rostro cubriendo su mirada y él sonreía, tratándola con sumo cuidado. Con el transcurrir del tiempo; ella, le
aguardaba enamorada con un halo de brillo hermoso. Decidido, la custodió como su
tesoro.
Sin embargo, no todos los cuentos terminan en finales felices, porque el destino no puede hacer real unas letras, por más lágrimas; éstas, siempre serán formadas de letras y lo mismo el corazón, por más que palpite, sus latidos serán ecos de letras. Destinados a estar separados, ella con un sentimiento desconocido, sin siquiera nacer porque sólo son letras y, él no podría vivir de un mundo irreal.
Poco a poco, ésas letras que alguna vez tuvieran movilidad fueron anclándose sobre su lugar y ella empezó a sentir que algo sucedía; mas, guardó silencio para que él no se diera cuenta. Y todo lo que era el mundo de ella fue perdiendo magia, algunas parecieran ser absorbidas por las hojas, disminuyendo la cantidad de aquel papel.
La última vez que ella lo vio partir, también fueron sus últimas lágrimas de tinta ya que, su cuerpo formado con letras se ancló al papel, pero con ella, aquella hoja no la absorbió la hizo caer en un profundo sueño y la dejó así suspendida. Y el escritor, con dolor, aún contempla a su musa dormida y en un sentimiento ignoto y desconocido que jamás vio nacer.
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