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miércoles, 18 de septiembre de 2013

Dos caminos, un mismo sendero...

Porque no creo en amores con prisas
Ahora que me has encontrado
No me beses aún
déjame degustar de tu sonrisa...


Porque no creo en la noche que muere con el día
Ahora que me has encontrado
No me toques aún
déjame caminar a tu lado...


Porque no creo en el viento que se lleva la nota musical
Ahora que me has encontrado
No te acerques tanto y
déjame encontrarme en tu mirada...

Y es que quiero acercarme poco a poco
tan suave y sincera
porque el tiempo es también saber esperar
Porque el tiempo es saberlo hacer

Y con ese tiempo tú mi maestro, mi guía
Tú, en mi "para siempre..."

sábado, 14 de septiembre de 2013

Porque No Todos los Finales son Felices...

Como otras tantas veces, sentado ante su máquina de escribir; él, un afamado escritor, tomó aquella hoja en blanco y tras un momento de pensar y mirar su biblioteca personal y sus exitosos libros, miró la hoja y empezó a teclear, sin rumbo, sólo ideas..., ideas que poco a poco y con el transcurrir del día iban tomando forma. Paró al anochecer y fue a descansar. Al día siguiente regresaría más animado. Y así fue, aquellas hojas salían de la máquina para comenzar una nueva.
 
Y resultó que de aquella hoja en blanco, tecla a tecla, y como una caricia por arte de magia, la trémula hoja se movió. Parecía cobrar vida y un suave latido se escuchó. Así, con el tiempo, aquel escritor vio la silueta de su musa, sólo que ella poco a poco, se asomaba tímida y sus cabellos formados por letras caían sobre su rostro cubriendo su mirada y él sonreía, tratándola con sumo cuidado. Con el transcurrir del tiempo; ella, le aguardaba enamorada con un halo de brillo hermoso. Decidido, la custodió como su tesoro.
 
 
Sin embargo, no todos los cuentos terminan en finales felices, porque el destino no puede hacer real unas letras, por más lágrimas; éstas, siempre serán formadas de letras y lo mismo el corazón, por más que palpite, sus latidos serán ecos de letras. Destinados a estar separados, ella con un sentimiento desconocido, sin siquiera nacer porque sólo son letras y, él no podría vivir de un mundo irreal.
 
 
Poco a poco, ésas letras que alguna vez tuvieran movilidad fueron anclándose sobre su lugar y ella empezó a sentir que algo sucedía; mas, guardó silencio para que él no se diera cuenta. Y todo lo que era el mundo de ella fue perdiendo magia, algunas parecieran ser absorbidas por las hojas, disminuyendo la cantidad de aquel papel.
 
 
La última vez que ella lo vio partir, también fueron sus últimas lágrimas de tinta ya que, su cuerpo formado con letras se ancló al papel, pero con ella, aquella hoja no la absorbió la hizo caer en un profundo sueño y la dejó así suspendida. Y el escritor, con dolor, aún contempla a su musa dormida y en un sentimiento ignoto y desconocido que jamás vio nacer.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Y a la Luna le Pregunté…

Cuenta la leyenda, que era uno de esos seres alados, soberano de las alturas, de los cielos. A luz de luna sobre los mares; era indiscutible, esa ave era un águila real y fue entonces que ante la tímida mirada de ella y como cortina el mar, tomó forma humana.

Gigante por naturaleza, soberbio y tajante; fue naciendo silente al borde de las pestañas de ella. Al mínimo movimiento de él, ella se alejaba de inmediato sumergiéndose más para no ser vista, mientras la luna latía en sincronía con ella.

Caballero galante, con su gallardía bastó para que con el tiempo en un “tal vez”, la sirena poco a poco, trémula emergiera. Y él, sólo sostuvo su mano para dejarle un cálido beso en el dorso.

Desde entonces,  sobre el lienzo nocturno,  miré una gran águila real volar y la luna late, aguarda una espera y del rizo de las pestañas de la mirada de la noche llueven estrellas y, la sirena que oculta sus lágrimas bajo mar, aún mira a la luna como si ésta supiera la respuesta…