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domingo, 13 de octubre de 2013

En El Corazón Del Tiempo

Fue un barco al horizonte que navegaba sobre la más sutil música, resguardado por el manto del cielo y bajo el brillo del sol, que lejano podía vislumbrarse la vida en su interior. Sobre cubierta estaba ella, que en cada uno de sus movimientos tenues, su esencia era captada por la cámara cinematográfica.

El día y la noche la acompañaban en aquel corazón navegante del tiempo en sus propios sueños, acordes a la sincronía de sus nocturnos cabellos que a contraluz su natural reflejo azul envolvían su cuerpo en cada giro y, en cada vuelta son sus brazos que apenas acarician el aire y, en cada vuelta pareciera flotar sostenida en el crepúsculo mientras pequeñas escarchas de diamante van cubriendo al barco.

Y ahí, donde el velo transparente de intenso brillo blanco detiene las horas y cristaliza el paso del navegante también reviste con su propia estación a su única pasajera.

Y es un barco en el tiempo y su música al horizonte, una muñequita inmóvil bajo nieve y, en la vieja pantalla amarillenta; ella tersa, aún patina suave y cadenciosa mientras sus cabellos negros la envuelven en cada giro, en cada vuelta...

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